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PERFIL PSICOLÓGICO DE UNA MUJER HUMILDE

Cuando tengo tiempo me agrada mucho ver la serie de televisión “Mentes criminales”, porque me gusta ver como hacen “perfiles” hasta de las personas más rotas de nuestra humanidad, los asesinos. Para nosotros los psicólogos es imprescindible tener un perfil lo más aproximado de una persona para conocerla y ayudarla mejor. No puedo evitar la tentación de ser un poco atrevida en este artículo y por eso me lanzo, con tu permiso, a trazar un pequeño perfil psicológico de María como Mujer humilde...¿qué te parece?.


-Autoestima: ¿Cómo es la autoestima de una persona humilde?. Quizá vengan a tu mente las imágenes de personas apocaditas, inseguras, que tienen una autoestima muy bajita y que por eso tú les has tachado de humildes; o quizá pienses en las personas que se muestran grandiosas, perfectas, súper seguras y tú dices: ¡ésta persona tiene una muy buena autoestima!. Te aseguro que en ninguno de estos dos casos las personas tenían una autoestima sana. Y quien no tiene una autoestima sana, no puede ser humilde. María nos da una pista en Lucas 1, 48 de donde le brota su autoestima sana, de donde se nutre su autoestima humilde. Ella proclama: ¡Dios ha mirado mi pequeñez!. Ella se siente mirada, constante y amorosamente mirada por Dios. Es la experiencia de sentirte mirado por Dios, amorosamente mirado por Él, la que te dará una autoestima sana y por eso, humilde. Por más que leas esos libros de auto-ayuda y hagas ejercicios de autoestima, te aseguro que si miras como Dios te mira, ¡con qué amor Él te mira! tu autoestima cambiara 100 x 100. ¿Te atreves a hacer esta experiencia?


-Percepción de si mismo: A veces te sientes capaz de comerte el mundo y otras veces te sientes como una hormiga insignificante a la que todos pisan o pueden pisar; hay días en que te sientes atractivo y otras sin nada que ofrecer a nadie. La percepción de ti mismo oscila, cambia, se altera, entra en crisis!. La percepción del humilde, la percepción de María, no cambia, no se altera; después de sentirse mirada por Dios, puede mirarse sin miedo, sin censuras y en verdad a sí misma: ¡Dios ha mirado mi pequeñez!. Sí, soy pequeño, soy criatura, soy vulnerable, soy frágil, ¿y qué?, ¡no pasa nada! Y me siento genial conmigo mismo; Dios me ha mirado y por eso me percibo feliz y satisfecho con lo que soy, con lo que voy siendo en mi pequeñez. ¿Qué piensas?, ¿te gustaría tener esta nueva percepción de ti mismo?.


-Modus operandis y estilo de afrontamiento: Conocer una persona es conocer también su estilo de afrontar las situaciones normales y las estresantes, el amor, la muerte, los problemas, lo cotidiano; es conocer qué la mueve por dentro de modo que pudiésemos pronosticar, con una gran probabilidad de acierto, cómo va a comportarse ante tal o cual situación. María nos dará pistas del estilo de afrontamiento y del modus operandis de los humildes. Mirémosla en acción:


- Ante una toma de decisiones: pregunta a Dios, interroga a Dios mismo, no dice un sí rápido y sin pensar. El humilde no tiene miedo de hacerse las preguntas o hacer las preguntas necesarias antes de decidir algo, ni siquiera tiene miedo de preguntarle a Dios. Por otra parte María expone el inconveniente real que ella tiene, sin tapujos: ¡no conozco varón!. El humilde no tiene problemas para comunicar su dificultad, no la esconde.


- Ante la maternidad: no es controladora, ni aprensiva: en el viaje de regreso desde Jerusalén María pensaba que Jesús estaba en la caravana, por lo que concluimos que no llevaría a Jesús de la mano todo el tiempo durante el viaje, sino que le dejaba correr

y jugar, aunque el trayecto del viaje era peligroso. El humilde siempre deja espacio a

la libertad del otro y confía, incluso si es un niño.

- En el estrés: Después de un día de viaje cuando no encuentra a su hijo entre los que

iban en la caravana, no se deja paralizar por la angustia, no pierde el control, busca

soluciones y se va de vuelta a Jerusalén.

- Afrontando la muerte: de pié y junto a su hijo. El humilde no huye de la muerte, no le

tiene miedo, está de pié y junto al ser querido que está viviendo su pascua.

- Ante las necesidades de otros: María se ubica, no le quita el protagonismo a Jesús: ¡hagan lo que Él les diga!, pero interviene, no se queda mirando. Sin embargo en otros momentos pasa directamente a la acción y va a servir a su prima Isabel ella misma. El humilde sabe cuando estar en primer o segundo plano, sabe exactamente en qué lugar

situarse.


- En grupo: estando con los discípulos en el Cenáculo se puso en el último lugar, así nos lo narra el evangelista Lucas cuando escribe: "Perseveraban todos unánimes en la oración, con las mujeres y la Madre de Jesús" (Hch 1,14). No es que Lucas desconociera los méritos de María conforme a los cuales debería haberla nombrado en primer lugar, sino que nos lo narra así, porque en el Cenáculo ella se había puesto después de los Apóstoles y después de las demás mujeres seguidoras del Señor. ¡El humilde es tan libre y seguro de si, que siempre se las arregla para hacer sentir a los demás que son valiosos e importantes y él se va quedando en el último lugar sin que nadie lo note!.



- ¿Cuáles son los sentimientos predominantes de una persona humilde?, ¿cuál es su estilo cognitivo, autoconcepto, estilo relacional, afectividad, motivación, etc.? Como ves tendríamos material de sobra para un estudio serio y minucioso. Pero recuerda, al igual que en mentes criminales, lo importante no es quedarnos en un buen perfil, sino encontrar a esa persona; y en nuestro caso, lo importante es encontrar al humilde, encontrar a María, de modo que de su mano la humildad sea desde hoy la base principal de tu vida, pues sin ella no se alcanza nada.



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